18 de enero de 2011

El recuerdo del humilde


Vivió un hombre sencillo y humilde que nos acompañó durante nuestra infancia y el recordarlo es traerlo a la vida y también reconocer que marcó una etapa importante de nuestra familia.
Su nombre: Jorge Contreras Ortiz de Zevallos. Hermano de mi madre, compartían el mismo apellido materno; era por así decirlo un sobreviviente.
Desde su nacimiento en los años 1922 en la zona de frontera de Perú-Bolivia; pues su padre, como todo militar, trabajaba cuidando las fronteras de nuestro país . Su hermana melliza murió a los pocos días de nacida y luego de la separación de sus padres, migró mi abuela con sus 3 hijos hacia Arequipa donde trabajo de sol a sol para poder mantener a sus hijos sin la ayuda del esposo.
Durante la rebelión de Sanchez Cerro, allá por los años 1930; mi abuela materna se traslada a Lima donde trabajó como costurera en la Intendencia de Guerra y sus hijos; la ayudaban pegando botones o abriendo ojales a los uniformes del personal del Ejercito peruano.
Este tío trabajo en su juventud cuidando el elegante Cine Tacna, en la ciudad de Lima; hasta que sufre una grave agresión ; pues por evitar un robo del Cine le abrieron el craneo y tubo que dejar de trabajar por un largo tiempo. Allí lo conocimos; pues llegó a vivir con nosotros, mis 2 hermanos y yo; acompañándonos hasta su muerte.
Era soltero, así que nosotros eramos para él como sus hijos. Mi madre le consiguió un trabajo de obrero en una imprenta en Balconcillo y todos los días, su escaso sueldo lo invertía llenando sus bolsillos de dulces para sus sobrinos. Nos traía chocolates " Cua-Cua" y largos cucuruchos de confetis llamados también "cocoliches". Como era menudo y calvo; nosotros lo rodeábamos y cantábamos felices alrededor del querido "Tio Cocoliche".
Pero el tiempo pasa y ya no era útil para el trabajo; cada vez tenía menos fuerza y memoria. Hasta que dejó de trabajar pero igual nos traía dulces con la pensión que cobraba mensualmente. No le importaba que ya fuéramos adolescentes o que mis hermanos llegaran a ser 7. El , igualmente era feliz repartiéndonos sus dulces. Nosotros lo queríamos mucho.
Lo afectó una rara enfermedad; mi madre lo llevó a internarse en una Casa de Reposo de Santa Clara, pero se escapó vendiéndole sus zapatos al portero y apareció en nuestra casa; con la mirada de una mascota cuando le cierran la puerta.
Mi mamá, siempre estaba pendiente de él , pues cada vez confundía más las cosas; dormía de día y caminaba por toda la casa de noche. Hasta que un día salió a cobrar su pensión y se perdió. Mis padres pusieron avisos en todas partes...creo que esto dió resultado, pues nos llamaron que lo habían encontrado tirado en una calle del Centro de Lima; le habían robado, estaba desnudo y la gente caritativa le había puesto una ropa vieja ...pero estaba totalmente desconocido; muy delgado, sucio y sin poder hablar. Mi hermano le bañó y le puso ropa limpia ; le curamos sus heridas y solo nos miraba con una alegría con esos ojitos de perrito mojado pero contento.
Murió a las 3 semanas en el Hospital Almenara; primero una neumonía, luego una infección urinaria y así como vivió, humilde y sencillamente, así partió.
Por eso lo recuerdo siempre, porque significa parte de mi infancia y la de mis hermanos. Porque era bueno y vivirá mientras lo recordemos.
Adiós tío Cocoliche, llévale dulces al niño Jesús. Como cuando nos enseñabas villancicos : "A la huachi huachi, torito, torito del portalito. Las mulitas pasando, yo te las iré contandando. Huachi, huachi, torito, torito del portalito..... Yo le traigo al niño una canastita llena de azucenas y de margaritas....."


1 comentario:

Flor dijo...

Carmencita, el recuerdo de nuestro querido tio Jorge, su presencia trascendente al tiempo, su dulzura, su sencillez y su cariño siempre haran que lo recuerde.
Gracias en nombre de mi tio Cocoliche por dedicarle estas palabras en la web.

Flor